HAiti es uno de los países más pobres del mundo, donde la electricidad está disponible solo para unas pocas personas, mientras que la mayoría de la población puede depender únicamente de las lámparas de queroseno para la iluminación y de la madera de Bosques para calefacción. El país fue testigo de la devastación provocada por un catastrófico terremoto que a principios de 2010 destruyó a toda la comunidad provocando miles de víctimas y los daños tardan en desaparecer incluso hoy.
La lenta recuperación económica y social de Haití parece haber comenzado. Se tomó la decisión de apostar por las fuentes de energía renovables y, en particular, por la energía fotovoltaica.
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