ADebido a la experiencia de que este mundo es un lugar de sufrimiento, el hombre siempre ha fantaseado con doctrinas de rescate en las religiones y en las ideologías sociales. Hoy, tras el doloroso paréntesis del marxismo, que es criticado por no haber tenido éxito en su proyecto de sociedad (por haber creído que el terror ejercido por la "dictadura del proletariado" cambiaría a los hombres librándolos de una vez por todas de sus impulsos capitalistas a la acumulación de riqueza y al psicoanálisis (a quien no se le puede perdonar la duración de su tratamiento y sus curaciones al azar). Pero, ¿podría ser de otra manera para una técnica que se basa en un padre fantasmático para articular sus discursos en el modo falsamente simbólico?
Privado de la herramienta adecuada para sacar al paciente del encierro imaginario en el que la madre todopoderosa lo encierra, el psicoanalista que habla de “castración simbólica”, en un discurso vacío, no pudo lograr su objetivo: la curación exhaustiva. Porque es la creación de las formas preverbales y la estructuración que resulta de la castración simbólica la que produce el efecto curativo.
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