Alidou, músico beninés, se pregunta por el rito Gèlèdè y más concretamente por lo que su madre llamaba “el secreto de las mujeres”. Viaja a Sagon, un pueblo vudú en Benin, en el corazón de esta sociedad dirigida por una mujer llamada Iyalashè. Compartiendo la vida cotidiana de los aldeanos, va de reunión en reunión tratando de comprender mejor el significado de estas creencias que involucran el culto de las madres brujas, las Iyas. Su búsqueda de identidad será la forma de medir el impacto de la modernidad en las prácticas tradicionales. Los desafíos de la película es un documental creativo, pero también una película patrimonial que destaca la excepción cultural beninesa. El Gèlèdè fue clasificado como patrimonio inmaterial por la Unesco en 2001 y sus máscaras serán siempre un escaparate para todo el país. Sin embargo, la película subraya que existe un riesgo de folclorización del rito debido a la “modernidad”. Este problema ha resultado en un creciente éxodo rural y una desacralización de las prácticas tradicionales. No se trata aquí de denigrar esta modernidad que es innegablemente en ciertos aspectos un progreso para los lugareños, sino de fijar a través de esta película un momento que sirva de deber de memoria a las generaciones futuras. Quería poner el punto de vista de Alidou en el centro de mi película; a lo largo de su viaje, conoce a personajes que acceden a hablarle sobre Gèlèdè y compartir un poco de sus conocimientos. A través de su búsqueda de identidad, la película toma la forma de crónicas de un pueblo en el centro-este de Benin que revelan la vida cotidiana de sus habitantes a través de la espiritualidad que los guía. Presenta así el aspecto religioso de Gèlèdè a través de los ojos de un beninés que se propone descubrir su propia cultura, pero también su herencia materna. Explorar un rito vudú implica cosas que no se dicen y cosas que no se ven. Por lo tanto, procuré respetar la voluntad de las autoridades religiosas al no ignorar sus recomendaciones. Sin embargo, quería que estos secretos siguieran siendo legibles por los espectadores. Mi objetivo es presentar este culto vudú no frente al miedo que inspira sino a través de lo que unifica.
La película es un verdadero proyecto colaborativo ya que trabajamos casi diez años con las comunidades del rito vudú Gèlèdè para llevar a cabo nuestro proyecto. Además, la escritura de la película se realizó en estrecha colaboración con los iniciados del culto para acercarse lo más posible a su realidad. Colaborativo también porque nuestro equipo es franco-beninés y el principio mismo de mi enfoque está inspirado en la antropología compartida iniciada por Jean Rouch. A lo largo de los años, profesionales del cine francés (Benoit Rizzotti, Damien Mandouze) han venido a formar a técnicos benineses para prepararlos para el rodaje y formar un equipo independiente para futuros rodajes. Ahora que la película está lista para su transmisión, fuimos a mostrar la película donde la habíamos filmado, en el pueblo de Sagon, pero también en las grandes ciudades de Benin. Después de cada proyección, los miembros benineses del equipo protagonizaron un debate sobre el tema “Tradiciones y modernidad”. Se trataba de iniciar una discusión sobre los riesgos de la estandarización cultural y sobre el interés de defender la excepción cultural beninesa.
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