NNacido en 1878 en Texas, Jack Johnson comenzó muy temprano en el boxeo. El progreso de este hijo de antiguos esclavos es deslumbrante. Pero, a pesar de sus actuaciones, no puede desafiar al campeón mundial de peso pesado: los negros no tienen derecho a reclamar este título. La terquedad de Johnson finalmente valió la pena: el 26 de diciembre de 1908, se convirtió en el primer campeón negro al dominar al canadiense Tommy Burns. Jack Johnson se mantiene campeón mundial contra Stanley Ketchel, luego James Jeffries, en una pelea organizada en Reno en 1910 ante 22000 espectadores. El anuncio de esta nueva victoria provoca el enfado de la población blanca. Los ataques racistas están aumentando en todo el país, matando a decenas. A partir de ahora, el mundo del boxeo busca un salvador, la gran esperanza blanca (la “gran esperanza blanca”) que pueda restaurar la conmovida superioridad del hombre blanco. Por su parte, Johnson se convierte en una estrella planetaria. Indiscutible en su arte y muy buscado por los medios, sin embargo, asusta a la América profunda. No porque sea el portavoz de la comunidad negra: profundamente individualista, Johnson se mantiene, por el contrario, alejado de la política. Pero cristaliza las tensiones raciales y lleva una vida disoluta que alimenta en gran medida varios hechos. Procesado por haberse casado con una mujer blanca (un crimen en Estados Unidos en ese momento), Johnson se vio obligado a huir a Canadá y luego a Francia. En 1915, perdió su título ante Jess Willard en Cuba. Campeón caído, negocia su regreso al país y cumple una pena de prisión (por su matrimonio) antes de alistarse en el ejército al final de la Primera Guerra Mundial.