CLlevaba casi dos meses navegando sobre las olas del océano, vagando a la deriva, sin una pizca de esperanza y que todos los días, a la misma hora, recibía la visita del sol que venía a consolarme, hasta el atardecer, de mi angustia. Desde el ojo de buey de mi camarote, vi brillar la luna sobre la superficie azul del océano y admiré, mientras pequeñas nubes dispares viajaban en la noche, las profundidades insondables del firmamento donde letras de fuego, formando las constelaciones, traducían los misterios. del infinito
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