VLa vanidad de las vanidades, dice Imhotep, “todo es vanidad. La vida, como el Nilo, fluye sin cesar, y en sus corrientes navegamos por los efímeros afluentes de la existencia. He aquí, las aspiraciones de los mortales, como sombras fugaces en los muros del templo, revelan su efímeraidad en el gran tapiz cósmico”.
“El sol sale y se pone; La danza cósmica de Re continúa. En la infinita extensión del tiempo, sólo somos bailarines efímeros, actores evanescentes en el escenario sagrado. A medida que las arenas se mueven, también cambian los destinos de los mortales, y en sus búsquedas persiguen espejismos ilusorios de significado”.
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