IHubo un tiempo en que los hombres dominaban su idioma para que no los condenara. Fueron rápidos en la obra de caridad, de modo que la mano derecha traería una buena cosecha a la izquierda. Allanaron sus caminos, araron sus campos y fertilizaron su tierra.
Hubo un tiempo en que los hombres eran puros y se vestían con adornos de oro probados por el fuego divino. Esgrimían la espada de fuego y no dejaron que el miedo corroara sus almas o adormeciera sus espíritus. Sabían de las leyes y amaban la justicia. Sin ser tacaños ni prodigios, mantuvieron en todas las cosas, la medida justa.
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